Las costas de Yucatán son sin duda de mis escenarios favoritos. Hundir los pies en la fina arena de Chicxulub, observar el vaivén de las olas y permitirle a la brisa del mar enredar mi cabello se han convertido en mis pasatiempos favoritos.
Me asombro al recordar que en esa tranquila playa, donde las familias vienen a pasar el día y las gaviotas se ocupan en sobrevolar pequeños barcos pesqueros, fue donde impactó el meteorito hace millones de años. Ese gran asteroide que desencadenó el fin de los dinosaurios también dio lugar a nuevas formas de vida y le regaló al suelo yucateco su peculiar belleza.
Saber que Yucatán descansa sobre una antigua laja, que una vez estuvo sumergida bajo las aguas, explica esta sinfonía de colores y formas esculpidas por el tiempo.